sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo II: Su primera vez, mi primera vez

Mierda, mierda, mierda – Me levanté gritando. No podía creer que me hubieras quedado dormido. Me vestí lo más rápido que pude, cerré mi departamento y llamé al ascensor que estaba cinco pisos debajo. Es curioso, cuando más apurado estás, más tarda en llegar.
Se abrieron las puertas del ascensor y ahí estaba ella: Marcela. Mirándome, entre enojada y contenta por verme.
- Subí - me dijo
- Marce, disculpame me quedé dormidísimo
- No hay problemas, total ahora tengo las llaves del edificio
- Cómo?
- Si, me las diste vos. El noviazgo es así




Me desperté. Miré hacia todos lados, todavía era de día. La siesta había sido profunda, de esas que cuando te despertás no sabés en que lugar del planeta estás, ni que año es. Me tomé el rostro, pensando en el sueño. Me causó gracia. El oral que me había practicado la noche anterior me había llegado hasta mi subconciente. Me preocupó que mi mente elija, para despertarme, la palabra noviazgo. El lógico, estaba huyendo al compromiso después de una tormentosa relación de tres años con una mujeres tres años mayor que yo. Fue de esas novias  (bah, concubinas) con la que te vas por primera vez de vacaciones en pareja, convivis por primera vez como pareja, planeas como pareja... y ahí se terminó todo. Quería hijos urgente, yo quería posponerlo hasta que mejore nuestra situación económica. Los dos estábamos estudiando, trabajábamos pero para pagar nuestros gustos y el alquiler. Hablar de hijos excedía nuestro presupuesto. No porque sea un “Sin-Corazón” ni un insensible, sino porque, simplemente, en ese momento no se podía. Le pedí unos años para pensar en formar una familia. Aceptó. Pero nada volvió a ser lo mismo. Las peleas se hicieron mas periódicas y un día, se fue. No hablamos más, hasta que la casualidad no reunió unos años más tarde. Era lógico que huya a los compromisos. No quería compromisos, no lo necesitaba, no lo deseaba.

Después de levantarme me duché, a diferencia de mi sueño, estaba en horario... Muy en horario, recién eras las 20:30 y tenía cita con Marcela a las 2 de la mañana, cuando terminaba de cenar con sus amigas. Maté el tiempo viendo unas películas, cené liviano con frutas y verduras. Sobre todo Kiwi y Ananá.
Las horas eran eternas, ya había cerrado todo el trabajo de la semana, no tenía nada que hacer. Tanto es así que decidí acercarme al lugar de encuentro a las 00.00. El encuentro era en Pellegrini y España. Me senté en un bar cercano a tomar algo. Miré la gente pasar.
Es increíble como contrasta la vida nocturna de calle Pellegrini con el “centro” rosarino, mas precisamente la peatonal, mucha gete buscando algún lugar para comer, volviendo a su casa o yendo a algún bar para esperar la apertura de los boliches.
Finalmente, a las 1:45 le envié un SMS. Corto, para no generar sospechas:
Estas?
- Sí – me respondió 5 minutos mas tarde
-Avisame cuando salís
- ok
Pagué la cuenta. Salí y esperé instrucciones. Llegaron al instante
- Esperame en la estación de servicio.
Ahi fuí, Esperé. Ví la Eco Sport. Me puse nervioso. Me hizo señás. Subí. No la besé ni me besó.
La invité a ir a mi departamento. Me dijo que no. Que quería estar conmigo ahí mismo.
Doblamos por calle Montevideo. Es Oscura, no pasa nadie.
Me llevó al asiento de atrás. Yo obedecí como una mascota. Me besó.

Lentamente comenzamos a besarnos, no nos dijimos nada. Deseaba hacerle el amor. Hizo lo mismo que la noche anterior, me retiró los pantalones. Me besó el placer, cobijó en su boca el placer. La tomé de su nuca. Estaba empezando a amar esos cabellos finos. No la guiaba hacia abajo y arriba, sino que acariciaba sus cabellos. Eran hermosos, excitante. Me encantaba, sobre todo cuando sentía sus senos tocar mi pierna. Esos senos con tantas historia hoy eran míos.
Se levantó, me besó.
- Dale -  me dijo
- Lo primero que atiné fue a visitar su entrepierna con mi lengua. Me tomó de la barbilla. Me dijo:
- No, pendejo. Cogeme. No me gusta eso.
Busqué pararme en el piso del asiento trasero, me golpee la cabeza con el techo. Ella se apoyó sobre la puerta trasera, mientras yo me colocaba el profiláctico, abrió sus piernas, me recliné sobre ella. Ayudó a mi pene a entrar. Un largo “Ahh” me indicó que me había recibido
Comencé a balancearme, no era la posición, ni el lugar más cómodo. Me retiré un poco para verla gozar, sentía su vagina cerrada, fruto de años de poco sexo. Me excité. MI glane creció de golpe en su interior. Lanzo un gemido placentero. Comenzó a moverse frenéticamente. Me abrazó como buscando meterme en su interior. Me grito al oido.
- Si, pendejo, te amo, te amo. Damela toda. Así, así. Ahhh
- TE gusta? - le pregunte
- Me encanta, dale, me vengo toda, pendejo.
Eso me hizo excitar comencé a moverme más rápido y duro. Me golpeaba la cabeza pero no me importaba. Estallé en su interior, ella estalló en mi pene. Nos besamos. Transpiramos. Abrimos un poco las ventanillas. Sentimos la brisa fresca a pesar de los 35 grados. Encendimos un cigarrillo. Eramos felices.
- Así que no te gusta que te lo haga con la lengua – pregunté. Me había quedado con eso en la cabeza.
- No es eso, mi vida. Es que nunca me lo hicieron y no me gusta
- Como sabés que no te gusta
- jaja No lo sé
- Querés que te lo haga?
- No, me gusta coger.
Nos quedamos en silencio. El no, para mí fue un desafío.. Tiré el cigarrillo, me recosté sobre sus senos maduro. Me miró. Con mi mano comencé a masturbarla. Me seguía mirando. Metí mis dedos, toqué su punto G. Cerró los ojo. Otra vuelta de sexo.
La toque. Frote su ano. Besé su vientre. Mi objetivo era practicarle sexo oral, pero para eso tenía que estar muy excitada, al punto que no pueda decirme que no. Continué un rato. De repente, sin avisar, abrí mi boca y me tragué sus labios.
- Ayy!! No, No, No – decía, imploraba
No la dejé quitarme. Al minuto dejó de oponer resistencia y comenzó a moverse y a gemir. Era su primera vez.. Me esmeré. Usé mis dedos, mi lengua, metí su clítoris entre mis labios, succioné y gritó de placer.
- Pará, Pará
No le hice caso. Se contrajo en su abdomen. Gritó largo, sentí que se humedeció de golpe. Estaba hecho, se vino en mi boca. La sequé con mi lengua. Me levantó.
- Pendejo, hijo de puta. Que malo que sos – me dijo entredientes. Todavía estaba gozando
Me agarró de la cara, me beso con furia. Me dolieron los labios. Al instante me miró tiernamente.
- Gracias – me dijo- pero vos quedaste a mil, nene. Ahora me toca a mi

Bajó, tomó mi pene y, mientras me miraba, lo hizo desaparecer en su boca. Succionó con fuerza. Me hizo estremecer, ya no sentía mis piernas, me arquee. Le acaricié el rostro mientras la miraba y ella me miraba. Metió sus manos debajo de mis nalgas y me tiró hacia delante. Comenzó con mis testículos. Desaparecieron en su boca. Me dolió.
No lo esperaba. Fue mi primera vez No me había percatado que mi ano había quedado descubierto. Bajó aún más. Pasó su lengua. Me estremecí. Mi pene se puso muy duro, mi glande casi estalla. Grite. No soy de gritar ni de gemir muy fuerte. Pero su beso negro me hizo gritar de placer. Mientras me masturbaba, con su lengua jugaba en mi cola. Me estaba viniendo. Vi como mi pene, a punto de estallar, despedía semen de a poco.
- Acabo, acabo – alcancé a decirle.
- Si, pendejo, acabame toda. Dale. En mi boca. Te juro que me lo voy a tragar.

Cumplió su juramento.



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